Ingredientes
- 250 ml de agua
- 50 g de mantequilla
- 125 g de harina
- 3 huevos L (200 g)
- una pizca de sal
- 1 bastoncito de canela
- 1 corteza de limón
- azúcar para espolvorear
- aceite de oliva para freír
Elaboración
1. Disponer una cazuela con el agua en el fuego y llevar a ebullición junto con la mantequilla, la corteza de limón (sin la parte blanca), el bastoncito de canela y una pizca de sal.
2. Cuando empiece a hervir, retirar la corteza de limón y la canela y añadir la harina de golpe (previamente la hemos tamizado). Remover bien con una espátula de madera hasta obtener una masa lisa que se separe bien de los bordes de la cazuela. Retirar del fuego.
3. Dejar reposar la masa unos minutos para que temple. Agregar los huevos de uno en uno, removiendo hasta que quede totalmente integrado antes de añadir el siguiente. Debe quedar una masa lisa y elástica.
4. Calentar abundante aceite de oliva en una sartén antiadherente (cuidado, que no salga humo)
5. Tomar porciones de masa con ayuda de una cucharita (es una masa muy pegajosa que cuesta un poco manejarla) e ir friéndolos por tandas en el aceite caliente hasta que estén dorados por todas partes.
NOTA: hay que tener mucho cuidado en este punto, ya que pueden estar dorados por fuera pero crudos por dentro. Mi consejo es que saquéis un buñuelo y lo partáis para ver cómo está por dentro antes de sacarlos todos.
6. Retirarlos con una espumadera y dejarlos escurrir sobre papel absorbente de cocina, para que eliminen todo el exceso de aceite.
7. En un plato poner azúcar y rebozar los buñuelos, apretándolos un poquitín, para que se les quede pegado el azúcar.
NOTA: también podríamos hacer una mezcla de azúcar con canela en polvo.
Consumirlos templados o fríos, solos o con chocolate.
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